Gregorio Sabillón - Perfección y crueldad

Retomando el realismo tan profundo y humano de Cervantes o de Velázquez, el estilo de Sabillón se caracteriza por ligar la belleza formal y el feísmo con una minuciosa técnica, fusión de hiperrealismo y surrealismo. Ello le permite reflejar, por ejemplo, unas simples nueces abiertas cuyo interior tiene un aspecto de vísceras. O unir paisajes e interiores de sorprendente belleza que contrastan con figuras humanas deformes, envejecidas o de rebuscada vulgaridad, a las cuales añade cabezas de pájaro o espinas de pescado, además de otros componentes animales medio descompuestos o muertos.

De este dualismo parte la inquietud del espectador al intentar buscar una explicación a inútiles explicaciones. Y es que con su mundo muy particular de fantasmagorías, de misterios y de seres inquietantes que evoca a El Bosco o a Breughel, Sabillón pone de manifiesto la naturaleza fugaz de la vida o el "memento moris", - acuérdate de que todo es pasajero y mutable - una frase acuñada durante las plagas de la Edad Media o durante los clásicos del Siglo de Oro. Narradas con maestría, las mutaciones de los seres de Sabillón reflejan tabús como la enfermedad, el envejecimiento, la deformidad o la muerte y nos recuerdan nuestra vulnerabilidad, consiguiendo así, mediante el miedo o el rechazo, el fin que el artista siempre persiguió: provocar.