El alteano se codeó con Picasso y Miró y expuso con ellos en el pabellón de la Exposición Universal de París en 1937 su obra “Te vengaremos”, considerada como "el Guernica valenciano"
Nacido en 1903 en las faldas de Altea, una pequeña y blanca ciudad alicantina que se apiña por las escaleras de un monte y lucha para trepar hasta su última altura, Juan Navarro Ramón siempre tuvo a su ciudad natal, al Mediterráneo y a su luz como referentes. Su larga trayectoria artística se inició con su formación en Valencia, prosiguió en Madrid y posteriormente en Barcelona, donde, con sólo veintidós años, consiguió el Primer Premio de Pintura.
La Guerra Civil cogió a Navarro Ramón en la zona republicana, que representó en la Exposición Internacional de París de 1937 junto al Guernica de Picasso, El Segador de Joan Miró y obras de Julio González. Navarro Ramón acudió a la cita de forma constante hasta 1962.
La obra "Te Vengaremos" de Navarro Ramón considerada por el profesor Joan Borja como "El Guernica Valenciano" expuesta en 2018 en el Palau Altea
Aunque la pintura de Navarro Ramón está expuesta en prestigiosos museos como el Reina Sofía o el Museo de Arte Moderno de París y viajó por galerías de Argentina, Francia, Alemania, Bélgica e Inglaterra, el artista siempre sintió una indiferencia hacia las caminos del triunfo. Navarro Ramón consideraba que la obra tenía que hablar por ella misma y que todo pintor que se respetara debía prohibirse las declaraciones propagandísticas. Muchas veces, como subrayaba el crítico de arte Carlos Areán, Navarro Ramón fue invitado a campañas de publicidad encubiertas en las que no hubiera bastado con exponer sus lienzos, sino que habría tenido que seducir al público. Siempre Navarro Ramón se negó a ser el protagonista de semejantes montajes. Siguió siendo el mismo tipo silencioso en su vida pública, sencillo, trabajador y humilde, dando poca importancia a la cotización de sus cuadros cuyas ventas le permitían vivir sin excesos, pero sin penuria.
Picasso, Fujita, Zadkine y Navarro Ramón en los años cincuenta
La vida de Navarro Ramón se desarrolló por dentro de sí mismo. Altea, las Costas Azul y del Rosillón francesas a las que se exilió tras la Guerra Civil, o Sitges, donde falleció, fueron las inspiraciones de su vida y de su pintura, intrínsecamente ligadas. Sus telas transmiten una sensación agridulce donde la belleza, la angustia por el paso del tiempo y la nostalgia se entremezclan, sin querer recrear que ningún tiempo pasado fuera mejor. Carlos Areán explicaba que, al igual que Picasso, "debajo de las características propias de la tendencia a la que se adhiere Navarro Ramón en cada momento, hay un cuño personal reconocible en la matización del color, en los ritmos de los arabescos y en la creación de un clima que lo diferencian netamente de cualquier otro artista."
Juan Navarro Ramón - Collioure (1939)
Mediterráneas y sensuales en las telas de Navarro Ramón nada es forzado ni impuesto. La flotabilidad de las formas es similar a la de Kandinsky posterior a 1910 o a la de Tharrats en Dau al Set a partir de 1950, y nos produce la impresión de que la obra no ha alcanzado todavía su estructura definitiva y que, como los cielos de Altea, con escasas nubes que se están haciendo y deshaciendo continuamente sin descargar casi nunca sus aguas, va a modificarse en el instante siguiente al de nuestra contemplación. Nada es perdurable en estas estructuras sueltas y cada una de ellas parece no tanto un corte congelado en el tiempo, sino más bien una de las muchas imágenes de una película que no podremos retener jamás desglosada de la precedente y de la que habrá de seguirla.
Juan Navarro Ramón - Paisaje de Altea III.
