Después de la Guerra Civil, y con la conmoción de la Segunda Guerra Mundial, se produce en las artes plásticas de España un período de inactividad expectante. Los artistas españoles parecen ignorar el cúmulo de experiencias que se producen en la posguerra en la pintura europea, especialmente en la Escuela de París y en la norteamericana. La primera señal de un despertar aparece en Barcelona en el año 1948 con la fundación de un grupo constituido por varios pintores jóvenes y algunos escritores.
Dau al Set
Ese grupo se dominó Dau al Set - Dado al Siete -, nombre inspirado en una frase de André Breton: "La séptima cara del dado". El grupo lo formaban Modest Cuixart, Joan Ponç, Antoni Tàpies y Joan Tharrats, a los que agregó más tarde el crítico y poeta Juan Edmundo Cirlot. Todos ellos publicaron una revista artístico - literaria de tiraje muy limitado gracias a la actividad de Tharrats, que tenía una imprenta, y la revista siguió apareciendo bastante después que el grupo se disolviera. Dau al Set era de tendencia surrealista y tenía la influencia de Miró, pintor que conocían sus componentes por ser coterráneo, y de Klee. Tàpies fue el primero que abandonó su imaginería surrealista, en 1952. Le siguieron Cuixart en 1954, y Tharrats en 1955.

La obra del primero se vuelve informal a partir de entonces y comienza incorporando a sus cuadros collages de trapos, cuerdas o papeles, luego va depurando su factura hasta buscar, en un fondo liso inmaterial, la acción de un gran espacio sobre el que se inscriben, con relieve matérico, grafismos mágicos, símbolos o emblemas desconocidos. Cuixart se inclina así hacia las calidades metalizadas y obtiene superficies plateadas o de color oro oscuro, reforzando la sensación de objetos mágicos o secretos.

Tharrats también se convierte al informalismo en 1955, pero dentro una categoría llamada tachista. El tachismo fue una reacción al cubismo y se caracterizó por una pincelada espontánea, goteos y manchas de pintura directamente provenientes del tubo, y a veces garabatos que recuerdan a la caligrafía. Sus cuadros consisten en manchas o amplios trazos invadidos por grietas negras y oscuras, como si existiera una lucha entre el color y el no-color, conformando una calidad seductora y decorativa neutralizada por la movilidad flotante de los elementos coloreados.
El Paso

A pesar de la brevedad de su existencia, estos grupos constituyeron los dos focos de irradiación de la vanguardia española, y sus componentes conforman la base de lo que en el exterior se estima con el nombre Escuela Española. Indudablemente hay otros valores individuales que han ido apareciendo, pero los ex-componentes de ambos grupos siguen manteniéndose firmemente a la vanguardia del movimiento pictórico de España.